Abstract

En diferentes áreas del mundo, es visible la disminución progresiva de los recursos pesqueros por el aumento en el poder de pesca de los métodos de pesca que sobrepasa la capacidad de renovación natural de dichos recursos (Beck et al. 2001, García et al. 2007). Aunque esta situación fue anticipada tempranamente por Russell (1942), aún continúa en aumento el número de stocks plenamente explotados y sobre explotados en el mundo (FAO 2018). La reducción de las biomasas explotables ha estimulado el empleo de estrategias de pesca cada vez más activas y agresivas con el medio y el recurso, con el fin de obtener niveles mayores de los desembarcos. Esta problemática es producto de la idea generalizada que el aumento de las embarcaciones y poder de pesca de estas generaría un ascenso de las capturas a corto plazo (Pauly et al. 2002), pero, eventualmente, agudiza el agotamiento de los recursos, reduce la rentabilidad de una pesquería y deteriora la calidad de vida de los pescadores a mediano y largo plazo, poniendo en peligro de la sostenibilidad de la actividad pesquera (Hilborn y Hilborn 2012). A esto se suma el deterioro del hábitat por eventos naturales extremos y por la acción humana

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